No se si me duele porque te fuiste... o por las tres tazas de café que me tomé.

"De Profecías y Otros Mitos"

Cuenta la leyenda, que milenios atrás existío un amor tan profundo que marcaría trascendencia hasta los tiempos actuales, que nada ni nadie podría igualarlo, que fue tan pasional y trágico que sin lugar a dudas todos recordarían.
Yaxkin caminaba sobre los senderos verdes y húmedos de la selva lacandona. Amante íntima de la naturaleza y soñadora como ninguna otra. Plebella humilde de aquél reino de gloria, presa del paraíso terrenal en todo su esplenor. El tiempo de guerras nunca había sido tan difícil, la sequía y los problemas iban en aumento, no había esperanza alguna para ese lugar. La angustia se apoderaba de ella segundo a segundo, y no encontraba refugio mejor que el candor de la selva.
Las caminatas matutinas le encantaban, sin lugar a dudas eran su momento favorito del día, al rededor, se podían percibir las ofrendas y ceremonias paganas, la fé era la única esperanza en aquélla región devastada.
En medio de todo aquél ambiente decidío alejarse, y poco a poco iba avanzando para adentrarse en el corazón de la selva, la quietud también fue aumentando en gran manera, el silencio resultó abrumante y poco a poco se convirtío en presa del pánico. La enormidad del lugar resultó impresionante y solo podía percibir las gotas de rocío cayendo sobre su pelo. Yaxkin, desesperada al no encontrar una salida decidío sentarse y guardar la calma, al final de cuentas ella siempre fue una mujer sensata a pesar de su corta edad.
No supo en que momento cayó dormida ante los pies de un enorme árbol, al despertar, su sorpresa fue enorme, un hombre estaba frente a ella velando su sueño.
Abrío los ojos y dío un gran salto, lo miró fijamente y pudo ver su alma reflejada en la mirada de él. Fue el momento más precioso de toda su vida.
-¿Qué miras? -reclamó ella al verse intimidada.
El joven que caminaba por la selva en busca de paz interior la había mirado tirada sobre aquél árbol minutos antes y quedó tan sorprendido ante su belleza que decidío velar el sueño de aquella mujer para que las animas malas no atraparan su alma.
Pakal, era un hombrecito de apenas 11 años, con un futuro enorme por delante y una vida que estaba marcada por los Dioses, hijo de la Reina y por ende lleno de obligaciones.
Al igual que Yaxkin había sido presa de las angustias y salía a caminar por la selva. Siempre resultaba callado y tímido, quizás por  miedo a su madre.
Había sentido un contacto electrizante al mirarla a los ojos y supo en ese momento que su vida estaba resuelta. Se presentó ante ella y conversaron por un largo rato. El sol dío paso a la noche y con esta las emociones de haber encontrado un reflejo a mitad del camino iban en aumento. Los sentimientos fluyeron cual papalotes en el aire y el canto del quetzál anunciaba el encuentro de dos almas perdidas.
Al ver que era tarde Yaxkin decidío irse, pero no sin antes prometer que mañana se verían bajo el mismo árbol para conversar... sin saber que ese encuentro marcaría la vida de muchas personas más adelante.
Los días con sus respectivas noches fueron pasando, cada vez era más emocionante saber un poco más del otro, cada vez aún era mucho más excitante para aquellos jóvenes las pláticas y las reflexiones de lo que había sido su cortisísima vida. La amistad que llevaron se convirtío en un sentimiento que ninguno de los dos había experimentado antes. Pakal extrañaba estar con Yaxkin el resto del día, y ella por su parte sentía que le faltaba el aire cada vez que le venía el recuerdo del hombrecito a la mente.
Su madre, Xaman Ek se había enterado de las visitas que Pakal realizaba a la selva y llena de dudas quiso investigar de qué se trataba. Su sorpresa fue inminente. Ver a su hijo con una compañera no estaba bien y seguramente sería criticado por despegarse de sus obligaciones reales. Ella se lleno de furia y decidió terminar con el comportamiento inadecuado de su hijo.
Un desafortunado día, Pakal caminaba adentrandose a la selva, ansioso de ver una vez más a su pequeña amada, aquél era el amor más puro que pudo existir hasta entonces. Xaman Ek se cruzó en su camino y el joven quedó sorprendido ante la presencia de su madre. 
-¿Qué haces acá Pakal? Pensé que estabas en el palacio. -dijo ella con cierto tono de coraje.
-Madre, no quiero obligaciones reales, quiero amar y ser amado. -Pakal sentía miedo y su voz temblaba al hablar.
Tras una fuerte discusión Pakal corrió hacia la selva, los árboles pasaban tan rápido que sentía volar y así llegó a su destino. Yaxkin, más hermosa que nunca estaba sentada sobre aquél árbol que los unió, vestía de blanco y había colocado una flor de los dioses sobre su cabello. Lo miró y sonrío. Pakal se acercó y se adentró en sus pupilas, se reflejó en su mirada y de un salto se clavó en su mente. Una lágrima rodó por su rostro, aquél fragmento de su alma irradiaba coraje y desesperación. Yaxkin sabía de lo que se trataba y también rompío en llanto. Su amor había llegado hasta ese momento.
-Yaxkin, mi Reina Roja, nuestro amor será hasta el final de los tiempos -dijo Pakal lleno de rabia.
-Estoy dispuesta a sacrificarme por él si es necesario -dijo ella.
Aquél amor jamás terminaría, su destino estaba marcado por los dioses. Yaxkin, prometió hacer un sacrificio de amor, entregando así, su alma a Ixtab. 
Los dos jóvenes se entregaron al amor aquélla noche, juraron quererse, respetarse y guardarse por el resto de los tiempos, éstos y los que faltaran por vivir. De pronto una inclemente lluvia azotó a la selva y toda la región de Palenque, un estruendoso rayo cayó sobre un árbol cercano y Yaxkin se pudo dar cuenta de quiénes estaban ahí. Chaac, Ixchel y Kinich Ahau bajaron de las alturas divinas. Tomaron a los enamorados por la mano y prometieron que su amor sería infinito. 
Su amor solamente podrá lograrse al terminar el treceavo Baktún -dijo Ixchel con un aire celestial.
El mundo se tornará violento, los hombres ya no podrán amar y entonces Quetzalcoatl bajará para alumbrarnos con su presencia divina. La tierra como la conocemos estallará para dar paso a una nueva era, llena de amor, paz y sabiduría, en la que los hombres se amarán unos a otros y viviremos en armonía celestial. El día que nuestro calendario llegue a su fin, su amor podrá ser posible. Mientras tanto Pakal debe sacar adelante nuestra tierra.
Yaxkin juró respetar las profecías. Juró también, entregarse a la diosa Ixtab por el bien de su tierra, y así volver a reunirse con su amado al final del treceavo Baktún. 
Pakal la miró por última vez, rozó su rostro y besó su frente. Los fragmentos de alma caían poco a poco sobre su rostro de niño. Y la miró desaparecer.
La joven se vistió con los atuendos más hermosos, se llenó de joyas preciosas y vendó sus ojos. Yaxkin respiró profundo, exhalo un suspiro de amor y en ese momento se tiró al vacío, la selva se lleno de viento y una ráfaga de aire bendito sacudió la tierra. En las alturas Ixtab bebió la esencia de la joven, se lleno de pureza y vitalidad y dió a Pakal la luz para sacar adelante su imperio.
Cuenta la leyenda que Pakal asumío el trono a los 12 años de edad y su mandato duró más de 80 años. Mientras que él estaba en el poder la civilización maya llegó a la cúspide y se desarrolló en muchas ciencias.
-¿Y qué  pasó después abuelo? -preguntó el nieto de don José.
-Hijo, estas son simples leyendas, una más de un amor que jamás podrá ser -contestaba el anciano con tranquilidad.
En ese momento la tierra crujió y el mundo comenzó a temblar. Era 21 de Diciembre del 2012. Aquélla fecha temida por los hombres y que marcaba el final del treceavo baktún.